Naturales
Spanish Transcription
/59/ Relación de los rrictos y serimonias gentilesas de los yndios de las yslas philipinas
Aunque es verdad que en estas yslas de Luçon Panay y Çocbu, hay infinidad de lenguas unas diferentes de otras y por el consiguiente diferentes trajes, unos barbarísimos y otros de mediano entendimiento y otros de muy más claro. En lo que toca a ritos y serimonias gentileças casi todos concuerdan y si en algunas partes difieren en algo, es tan poca la diferencia que serÃa inconveniente tratar de cada nación de estas de por sà y asà de todas ellas se hace un epÃlogo. Cuanto a lo primero es de notar que estas gentes tenían y reverenciaban un dios hacedor de todas las cosas que unos le llaman bathala otros molaiar y otros dioara y aunque confiesan a este dios por hacedor de todas las cosas, ni saben ni tienen noticia cuándo ni cómo la hizo, ni para qué y que su morada es en el cielo. Siempre han tenido y tienen conocimiento de que tienen alma; y que ésta apartada del cuerpo va a cierto lugar que unos llaman casan y otros maca. Éste dicen está dividido en dos poblaçones grandes, con un braço de mar en medio, el uno, dicen, es para las almas de los navegantes y éstos andan vestidos de blanco; y es otro para todos los demás, los cuales andan vestidos de colorado por más preminencia. Dicen que las almas que habitan en estos lugares mueren siete veces y otras tantas vuelven a resucitar, y que pasan los propios trabajos y miserias que pasaban en este mundo en sus cuerpos, pero que tienen poder para quitar y dar salud y que para el efecto viene por los aires. Y por esta causa le reverencian pidiendo ayuda haciendo borracheras solemnes, comiendo puercos, gallinas y los mejores manjares y guisados que a su modo pueden. Júntanse los parientes y vecinos, cantan, danzan y bailan al son de atanbores y campanas con muncho estruendo de palmadas y gritos. Ponen altar con candelas adornado de las mejores mantas y preseas de oro que tienen; ofrecen de todo al anito que asà le llaman al alma. Cuando la invocan úntanse con la sangre de lo que han muerto para comer
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/59v/ en ciertas partes del cuerpo teniendo que aquello les ha de ser causa de salud y larga vida y todo esto administra un sacerdocte vestido en hábito de mujer que le llaman bayog o bayoguin o una mujer del propio oficio que llaman catolonan y esta fiesta se viene a fenecer quedando todos borrachos o la mayor parte y a esto llaman los yndios maganito; y pues está dicho de lo que es maganito. Digamos de los sacerdoctes y sacerdoctisas que tienen y lo que es anejo a sus oficios y luego consecutivamente los rrictos y serimonias que en cosas particu- lares tienen y usan los yndios. Aunque estos yndios no tienen templos tienen sacerdoctes y sacerdoctisas las cuales son los principales maestros de sus se- rimonias, rictos y agüeros. Y a quien en todos los negocios de importancia todos se encomiendan pagándoles muy bien su trabajo. Ellos ordinariamente en traje mujeril, su modo melindro y meneos es tan afeminado que quien no los conoce juzgara ser mujeres. Casi todos son impotentes para el acto de la generaçión y asà se casan con otro varón y duermen juntos como marido y mujer, y tienen sus actos carnales y finalmente son sométicos, éstos se llaman bayog o bayoguin. Las sacerdoctisas ordinariamente son viejas y éstas es su oficio curar enfermos: o con palabras supersticiosas o asistiendo en las borracheras invocando las almas de sus antepasados para el fin que pretenden; y haciendo las serimonias que adelante se verán. El oficio de los sacerdoctes es acudir a todas las necesidades en general, a acudiendo a invocar lo que las sacerdoctisas, aunque con más serimonias, más pompa y más autiuridad. Hay también otro género de éstos a quien llaman catolanan, el ofiçio de los cuales es el propio de las sacerdoctisas y éstos ni ellas son de tanta autoridad como los que andan en hábito de mujer. Finalmente los unos ni los otros son hechiceros y cuanto hacen o es con hechicerías o engaños para vaciar las bolsas del pueblo ygnorante. Estando enfermos usan de munchos géneros de rrictos unos con
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/60/ más aparato y otros con menos, según la calidad de cada uno, porque la gente principal ordinariamente hacen maganitos o borrachera solemne de la manera que atrás se ha dicho; asistiendo un sacerdocte o más, el cual invoca sus anito. Y dicen que vienen y que los circunstantes oyen un rruydo como de flauta que según dicen los sacerdoctes es el anito que habla; y dice que el enfermo terna salud y con esto se prosigue la fiesta con gran júbilo. Y si el enfermo muere habiendo dicho el anito que tendrÃa salud da por escusa el sacerdocte que la voluntad de su anito fue buena pero que otros anitos de más poder lo estorbaron. otros hay que encienden un hacho de zacate y lo echan por la ventana diciendo que con aquello espantan a los malos anitos causadores de la enfermedad; y que con éstos se van otros. Echan suertes teniendo colgado de la mano un pedazo de palo atado en un hilo o un colmillo de caimán y ellos propios lo menean diciendo quién es la causa de la enfermedad: de fulano es fulano o no es fulano no es sutano, pues quién: fulano. Si hablando consigo proprios los que esto hacen y enderezando la suerte que menean con su mano a quien les parece de modo que se ve evidentemente ser patraña del que esto hace, y con todo no se persuade nadie a que lo es si no que es aquello cierto. otros que no tienen tanto caudal y costilla para gastar ofrecen un poco de arroz cosido y un poco de pescado y vino pidiendo salud al anito. otros con mediana, borrachera ofrecen al anito. Y asiste una sacerdoctisa o un sacerdocte de los inferiores que llaman Catolonan y éstos administran lo necesario y dicen que la causa de la enfermedad del enfermo es que el alma se le ha ido y que hasta volversela al cuerpo no sanara. Y luego le ruega el enfermo que dé orden como se le vuelva y para esto les pagan adelantado, conforme se concierta; y luego, el catolonan se pone solo a un rincón hablando entre sí y al cabo de un rato se llega al enfermo y le dice que se alegre que ya tiene el alma en el cuerpo y que sanará. Y con esto hacen su borrachera. Y si el enfermo muere nunca le faltan escusas para disculparse. Y en estas borracheras calientan agua con la cual se lavan la cara todos: sanos y enfermos, diciendo que aquello preserva de enfermedad y alarga la vida.
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/60v/ Lo más general en estas yslas es enterrar luego, sin dilación, los muertos aunque no a todos se les hace igual pompa; porque la gente común no hace más de amortajar con una manta blanca al difunto y enterrarlo o junto a su casa o a su sementera, y luego hacen una borrachera y con esto concluyen. Pero los prinçipales los amortajan con las más ricas mantas de seda que tienen y lo echan en un ataúd de madera incorruptible y dentro echan algún oro conforme a la posibilidad del muerto; y entiérranlo debajo de una casa que para el efecto tienen hecha, donde se entierra toda la parentela y cercan la sepultura con cortinas y tienen sobre la sepultura lámpara encendida y comida que ofrecen al muerto. Y esto dura conforme la persona es, y algunas veces pasa de tres o cuatro años y aún ponen una mujer u hombre que esté de guardia todo este tiempo. En algunas partes matan esclavos y los entierran con sus amos para que tengan quien les sirva en la otra vida, y pasa a tanta desventura esto que munchos arman un barco con más de sesenta esclavos y lo cargan de comida y bebida y meten dentro a el muerto y a él y a todo el barco, con todos los esclavos vivos, lo entierran debajo de tierra y hacen las obsequias bebiendo más de un mes. otros hay que tienen el difunto en casa seis o siete dÃas para que destile el jugo que tiene, y en el interin con toda aquella hediondez están bebiendo que nunca paran; y luego le quitan la carne de los huesos y la echan a la mar. Y los huesos los guardan en una tinaja y a cabo de munchísimo tiempo si les parece, los entierran con tinaja y todo. Y si no déjanlos estar en casa. Pero la cosa de más asco y horror que hacen es que en metiendo los huesos en la
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/61/ tierra y con ella beben sirviéndoles de tasa, y esto es en lo que llaman Batan hasta Mariveles. otros hay que no entierran los muertos sino los llevan a un cerro y allá los arrojan, y luego se vienen huyendo a porfÃa, porque tienen que el que quedare postrero morirá. Y por esta rrazón hay pocos que se atrevan a llevarlos y los que se atreven es porque se lo pagan muy bien. Cuando los llevan a enterrar no los sacan por la puerta prinçipal sino por una ventana, y si los sacan las cierran luego y la mudan a otra parte; porque tienen que los que pasaren por donde el muerto pasa morirán. Lloran a los muertos no sólo en casa pero por el camino cuando los llevan a enterrar diciendo en dechas en las cuales publican las hazañas y virtudes del difunto. Lo cual más parece canto que llanto, por lo muncho que gargantean y entonan la voz, casi lo más sin lágrimas que para este efecto buscan de intento personas que lo saben hacer; y casi lo tienen por ofiçio. Donde muere principal ninguno del pueblo ha [de] cantar ni tañer género de instrumento de regocijo, ni aun los que pasan en barcos por su puerta so gravísimas penas. Los géneros de lutos que éstos tienen por sus difuntos es abstenerse de comer arroz tantos años como se trae o dio de docte y esto es cuando a los casados por sus mujeres, que los demás cada uno deja de comerlo conforme lo que sintió la muerte o la falta que le hace el difunto. El viudo se mete dentro de una cortina si es principal y en cuatro dÃas no come cosa ninguna porque dicen que si esto no hiciese se tornarÃa loco; y en todo este tiempo anda un sacerdocte bailando alrededor cantando. Y si el muerto tenÃa esclavos y sus parientes los tienen a todos los rrapan a navaja por luto, y todos los parientes varones hacen
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/61v/ lo proprio y las parientas cortan parte de los cabellos y no todos. No se visten de seda ni se adornan con oro los parientes muncho tiempo; ponense los varones en algunas partes collares de vejucos y ellas en las muñecas y no se bañan ni quitan el luto hasta matar alguna persona y entonces se lo quitan y hacen borrachera solemne y van fuera los lutos. Las mujeres que desean empreñarse crían puercos regaladísimamente dándoles a comer de los manjares más gustosos que hay, y desde entonces los dedican para sacrificarlos al anito en pariendo; y tienen tanta confianza que criándolo se han de empreñar que es cosa particular en empreñándose no se quita el marido el cabello hasta que la mujer pare teniendo que si antes se lo quita la criatura no saldrá a la luz, aunque esto no es en todas partes sino en algunas. En pariendo la mujer no consienten en algunas partes que muelan arroz debajo de la casa si no lejos de ella, porque tienen que si del arroz que salta de los pilones comen las gallinas morirá la criatura. Hacen maganito en pariendo juntándose en él toda la parentela y vecindad, comen con gran contento el puerco que criaron regalado para el efecto y todos se untan con la sangre de él. Y untando a la criatura y bañan con agua al recién nacido y a la parida y tienen particular cuidado de pagar a las parteras porque tienen que si no les contentan saldrá la criatura llorona. Y las parteras cuando hacen su oficio, hacen oración a la primera partera que hubo en el mundo a la cual no conocen ni saben quién es, diciendo: oh tu primera partera cuyo oficio por tu voluntad ahora hago dame favor para
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/62/ que mediante nuestra ayuda salga a luz esta criatura. Todas las veces que los prinçipales comen, ponen en platillos en su propia mesa de por sà de todo lo que comen y beben por ofren- da a los anitos y al molayare obatala criador de todas las cossas y del arroz u otro cualquier fruto nuevo no convidan a nadie ni la ropa nueva no consien- ten que otro la estrene porque tienen que haciéndolo han de padecer falta de aquella cosa. No consienten que en la criba donde criban el arroz nadie coma cosa, porque tienen que el que comerese morirá o se volverá loco. Cuando llueve con sol y el cielo está algo bermejo dicen que los anitos se juntan a dalles guerra y están y con grandísimo temor y ni mujeres ni niños consienten que abajen de las casas hasta que es campo y el cielo se pone claro. Cuando la tierra tiembla dicen que los anitos lo hacen y por esto todos dan alaridos y golpes en las casas haciendo muncho estruendo, diciendo que con aquello se espantan los anitos y cesa el temblor. Cuando cazan tienen por agüero de que no cogerán nada nombrando cualquier cosa tocante a la pesquerÃa y pescando si nombraren cualquier cosa de caza lo proprio. Cuando van camino por algu- na tierra tienen munchos agüeros en algunas partes hay un pájaro azul, colorado y negro que llaman que llaman batala, este nombre quiere decir dios, y así dicen los yndios que este nombre le es impropio porque ellos no lo tienen por dios sino por un mensajero suyo que con su canto da a entender a los hombres
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/62v/ la voluntad del mesmo batala que es dios. Y que por esto cuando van camino y oyen el canto de este pájaro o se paran o vuelven o prosiguen su viaje conforme lo que han entendido del canto del pájaro; si estornuda algo u oyen cantar. [o] Lagartija va atravesar el camino o alguna culebra se vuelven del camino diciendo que también son aquellas señales que dios les envÃa para declararles que no es su voluntad que pasan adelante y que si pasaren les ha de suceder mal. El primero día que parece la luna nueva la adoran y le piden mercedes, unos que les depare muncho oro, otros que les dé muncho arroz, otros que les dé mujer hermosa u marido gentilhombre bien acondicionado y rico; otros que les dé salud y larga vida, y finalmente cada uno le pide aquello que más apetece. Yendo por agua al río o en barco hacen oración al caimán pidiéndole que se vaya a lo hondo y no les atemorice ni haga mal, que ellos no son sus enemigos ni pretenden su daño sino que antes buscan su provecho que allá se lo haya con sus enemigos. Llamánle abuelo y dicen que son sus parientes y otras boberías a este tono. otros le ponen ofrenda de comida orilla el río y tienen particular cuidado en esto, y de todo no pretenden del más que no les haga daño y si acaso los que van en barco lo ven andar encima del agua lo tienen por mal agüero y se paran hasta ver otro agüero bueno para pasar adelante. Creen en sueños y así tienen cuenta en soñando si el sueño es bueno o malo, y si es bueno lo tienen por buena señal y el malo por mala; y siendo malo
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/63/ luego hacen maganitos, ofrendas y oraciones a su dios o anitos y están tristes hasta que ven agüero que les significa algún bien suyo en contra de lo que soñó. Y a los tocados de yerba mortífera o ponzoña y a los apostemados o enfermos de enfermedad peligrosa los curan con palabras; que sólo en la ysla de Burney que guardan la secta mahometana se entienden por ser ordenadas allí y cuando curan juntamente con las palabras van mascando una hierba que llaman biuyo y tienen tanta fe con estas palabras los que curan y los curados que es cosa maravillosa que en diciéndolas dice luego el enfermo que siente mejoría. El aceite de ajonjolí con que se curan le hacen cierto conjuro a manera de bendición con palabras burneyas y éste le guardan con muncho cuidado para curar las enfermedades arriba dichas. Usan también de estas palabras o conjuros para hacer a los gallos valientes e invencibles. Usan asà mismo de algunos conjuros para sus amores y que les quiera bien y que no les vean ni sospechen de ellos cosa los maridos de sus requebradas ni otra persona, sino solos los que ellos quieren y para ello traen escripto el conjuro consigo. Usan de yerbas que las personas que las reciben se aficiona a la que la da y por el contrario usan de otras que desaficionan. Usan de numerosas supertinacias unas para no ser vencidos en guerras, otras para no poder ser presos, otras para hacerse invencibles, otras para ser bien afortunados, otras para que no los lleve el caimán, otras para hurtar a su salud, otras para tener
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/63v/ larga vida, otra para que no los enpera yerba mortÃfera ni ponzoña y para otras mil cosas. Estas nominas unas son con colmillos de caimán, otras con piedra de hombre, otras con cabellos que dicen son de duende, otras con yerba que aficiona, otras con algún hueso o raÃz de albor finalmente les echan mil invenciones a este tono, y en algunas traen conjuros en lengua burneya y todo esto estiman en muncho. Y cuando hacen alguna casa, antes de ponelle el techo, ponen un espantajo en lo más alto de ella para que el búho no se asiente encima; porque tienen por agüero que los que en ella viven se morirán y si en la casa donde viven se asienta o entra dentro alguna golondrina o culebra o dejan la casa o hacen borrachera o maganito, porque temen que se morirán si no lo hacen. Y cuando hacen algún barco, al tiempo que lo echan al agua la primera vez, sueltan una flecha hacia el cielo o un arcabuz diciendo que si aquello no hacen, que la banca que asà la llaman no será ligera. Cuando hacen algún navÃo de los que andan al trato mercade- reando al echarlo al agua hacen lo propio que a los barcos; y demás de esto hacen borrachera pidiendo a sus dioses y a los anitos que lo haga dichoso y que les dé muncha ganancia en sus mercancÃas. Antes de sembrar sus mieses unos hacen maganito y otros ofrecen al anito pidiéndole que aquella sementera venga a colmo y que no se pierda, y si después padece la sementera algún trabajo o de muncha agua o de poca, y el arroz se va perdiendo tornan de nuevo a sus ofrendas y maganitos.
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/64/ Y cuando tienen alguna guerra antes de ir o entrar en ella, hacen junta y en ella tratan lo que han de hacer y juntamente maganito general para que tengan buen suceso, si vencen entran con la presa en su pueblo cantando cantos de victoria, y hacen borrachera solemne y si son vencidos entran los que quedaron con grandísima tristeza. Y cuando salen de prisión o escapan de algún trabajo, es cosa ordinaria hacer borrachera y ofrenda al anito o a su dios, juntándose a ella todos los parientes y amigos con muncho regocijo y contento. Y cuando los que se aman se apartan el que queda es cosa ordinaria prometer al que se va por tristeza y en señal de amor dejará de comer cierta cosa o que no se mudará la ropa o no se vestirá de tal color o no dormirá con cabecera o en estera o no se bañará hasta que se tornen a ver y casi siempre lo cumplen. Tienen por constumbre en esta tierra acerca de sus casamientos que el varón docta a la mujer al revés de nosotros, y después de haber dado el docte hacen borrachera. Y para firmeza del casamiento juntan a los novios dándoles de comer en un plato y estando comiendo o cuando los juntan para esto, llegan sus padres y dÃcenles que vivan munchos años y que se quieran muncho y a la noche los llevan a la cama que la madre de ella o alguna vieja y allà los acuesta y cubre con una manta diciéndoles palabras de chocarrería. Bajan al suelo de la casa y en derecho de la cama de los novios hincan una estaca diciendo que aquello hace al novio más apto y potente para la cúpula; y esto de la estaca no es en todas partes si no en algunas. Tienen así mismo por constumbre que el novio demás del docte que da, da cierta paga a cada uno de los parientes más cercanos de ella, que es un modo de cohecho para que consientan en el casamiento
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/64v/ y sin esto y sin docte son muy raros los que se casan; porque ellas lo tienen por notable afrenta aunque sea la más vil y desastrada. En esta tierra hay algunos hombres valientes a quien los indios llaman bayani y el llamarles de este nombre es por preminencia o dignidad, éstos se ponen en la cabeza cuernos de bufano de dos palmos de largo cubiertos de chapas de oro el oficio de los cuales es andarse como dicen de en boda en boda bailando y es de tal manera que cualquiera que le convida lo toma después por blasón y fanfarria decir que hizo fiesta al bayani; y asà ninguno que tenga mediana pasadía deja de procurar de hacerle fiesta para tomar este blasón. Esto es porque la costa de esta fiesta es muncha y no tienen todos costilla para ello; y como los ricos son estimados y los pobres desechados no ha menester más para estar en fama de rico que saber que tuvo costilla para hacer fiesta al bayani. Y lo que pretenden del Bayani por esta fiesta es que tienen les hará su dios buenos por este medio y amados del pueblo. Y hay también brujas como en España y no brujos; las cuales usan munchas maldades y son temidas y reverenciadas y acuden todos a darles lo que piden por el miedo que les tienen; y pues el oficio de las brujas en todas partes es uno. No hay para qué decir aquà las cosas que hacen.
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Luis Barandica Martínez. El Códice Boxer. Edición moderna de un manuscrito del siglo XVI. 2019.
English Translation
An Account of the Heathen Rites and Ceremonies of the Indians of the Philippine Islands
While it is true that on these islands of Luzon, Panay and Cebu there are an infinite number of languages (and therefore also different styles of clothing), each one different from the rest—some extremely barbarous, others moderately understandable, and still others very clearly so—, so far as their rituals and ceremonies are concerned, almost all of them are in perfect agreement. And if in some places they differ somewhat, the difference is so minor that it would not do to discuss each nation separately, and thus a summary is given of all of them together.
As far as the first point is concerned, it is noteworthy that these people had and revered one God, the creator of all things, whom some call Bathala, others May-Ari and others Dioata. And although they profess belief in this god as the creator of all things, they do not know, nor can they explain, when, how or why he made them, nor for what purpose, nor what his dwelling in heaven is. They have always known, and know to this day, that they have a soul which when separated from the body goes to a certain place that some call casanaan and others maca, which they say is divided into two large populations separated by an inlet that runs through the middle. One side is for the souls of sailors, who are dressed in white, and the other is for everyone else, who are dressed in red, because of their higher standing. They say that the souls who live in these places die seven times and are resurrected just as often,8 experi- encing the same vexations and suffering they experienced in their bodies in this world, except that they have the power to give health and take it away, which they accomplish through the air. And for this reason they are invoked and aid is asked of them through the celebration of revels and the consumption of pork and chicken and the partaking of the best meals and stews that can possibly be prepared according to their way. Relatives and neighbors gather together and sing and dance and sway to the sound of drums and bells, with loud clapping and shouting. They decorate altars with candles and the best cloths and golden jewelry they possess. They offer everything to the anito, which is what they call the soul when they invoke it. They smear the blood of whatever they have slaughtered to eat
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[59v] on certain parts of their bodies, believing that this will give them health and long life. All of this is administered by a priest dressed in woman’s clothing, whom they call a bayog or bayoguin, or by a woman who performs the same function, whom they call a katalungan. This feast comes to an end when almost everybody gets drunk: this is called maganito by the Indians. It has already been explained what the maganito is. We shall describe their priests and priestesses, and what is attached to their offices, and subsequently we shall describe the rituals and ceremonies the Indians have and use in particular matters.
Although these Indians have no temples, they have priests and priestesses, who are the principal masters of their ceremonies, rituals and omens, and to whom are entrusted all of their important affairs; they are well paid for their labor. Ordinarily they dress like women and affect a delicate and prancing manner, being so effeminate that if one did not know better he would take them for women. Almost all are impotent for the reproductive act, and thus they marry other men and sleep with them as man and wife and have carnal knowledge. In short, these men are submissive. They are called bayog or bayoguin. The priestesses are usually old and their role is to cure the sick with superstitious words or to participate in the revels, invoking the souls of their ancestors for their purpose and conducting the ceremonies which will be dis- cussed below. The role of the priests is to attend to every need, in general to assist the priestesses in invoking [the spirits], although they do so with more pomp, ceremony and authority. There is one more type of priest, called katalungan. Their role is the same as that of the priestesses, and neither these nor the priestesses have as much authority as the priests who dress in women’s clothes. In short, neither of them are sorcerers, and everything they do is with spells or tricks for the purpose of emptying the pockets of ignorant people. When they are ill they use many kinds of rituals, some
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[60r] with more paraphernalia and others with less, depending on the social standing of each person; the nobility ordinarily hold maganitos, or revels, in the manner described earlier, assisted by one or more priests, who invoke the anito of the sick person.And they claim that the anitos come and that those present hear a noise like a flute, which, according to what the priests say, is the anito speaking, claiming that the sick person will recover, whereupon the feast continues with great jubilation. And if the sick person dies after the anito said he would recover, the priest offers the excuse that the anito had good intentions, but that they were thwarted by other, more powerful anitos. There are some people who light a bundle of dried grass and toss it out the window, saying that this frightens the bad anitos who caused the illness and that this drives them away. Others cast lots by tying a piece of wood or a caiman’s tooth to their hands with a thread which they themselves swing back and forth, asking: “Who caused the sick- ness of so-and-so? Is it so-and-so or is it not so-and-so?” “No, it is someone else.” “Then who? So-and-so?” “Yes!” The people doing this are talking to themselves while directing the object they are swinging with their hands at whomsoever they wish. What they are doing is an obvious fraud, and yet no one can be persuaded of this; they are all convinced it is genuine. Others lacking wealth or means offer a little cooked rice and a bit of fish and wine, begging the anito for health. Still others make an offering of a modest revel to the anito, at which one of the lesser priestesses or priests, called a katalungan, is present and who administers whatever is needed. And they say that the reason the sick person became ill is that his soul has left his body and that he will not recover until it returns to him. And then the sick person begs him to order his soul to return, and for this they pay him in advance according to what they have agreed. And then the katalungan goes off to a corner alone to talk to himself and after a while goes over to the sick man and tells him to be happy because his soul is already back in his body and he will get well. At this point they hold their revel. And if the sick person should die, they are never in short supply of excuses to absolve themselves. And in these revels they heat water with which to wash the faces of all those present, the healthy and the sick, say- ing that it prevents sickness and lengthens life.
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[60v] The most general practice in these islands is for the dead to be buried without delay, although not all with the same magnificence; common people do no more than wrap the deceased in a white shroud and bury him either next to his house or in his field and then conclude with a revel. But the chiefs are wrapped in the richest silken shrouds available and placed in an incorrupt- ible wooden coffin, and inside it gold is placed according to the means of the deceased. And he is buried under a house that has been built for this purpose, where all his dead relatives are buried. And they curtain off the tomb, and on top of it they place a lighted lamp and food as offerings for the dead, depend- ing on the eminence of the deceased. And sometimes even after three or four years a man or woman still stands guard over it. In some places slaves are killed and buried with their masters so the latter will have someone to serve them in the afterlife. This tragic practice has escalated to the point that in many instances a ship is loaded with more than sixty slaves and filled with food and drink; the deceased is then placed on board and he and the entire vessel, including the live slaves, are then buried in the earth. And funeral rites are performed by drinking for more than a month.
There are others who keep the corpse in the house for six or seven days so that its fluid can drain out; while this is taking place, amid all that stench, there is nonstop drinking. They then remove the flesh from the bones and throw it into the sea; the bones are then placed in an earthen jar. After a considerable time if they deem it fit they bury them, jar and all, or if they do not find it suitable, they leave them in their houses. But the most repugnant and horrible thing they do is that
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61r] as they are burying the bones, they use them as drinking cups; and this is what they call “from Bataan to Mariveles.” There are others who do not bury their dead, but take them to a hill and there throw them on the ground; they then race each other off the hill26 because they believe that the last one will die, and for this reason there are few who dare take them there. And the ones who take the risk do it because they are paid well to do so. When the dead are taken for burial they are not carried through the front door, but through a window; and if they are by chance carried through the door, it is closed up and moved to another part of the house, because they believe that whoever goes through the same door as the deceased will also die. They mourn for their dead not only in their houses but also on the way to the burial place, chanting dirges in which they extol the deeds and virtues of the deceased, which sounds more like singing than mourning because of how they warble and modulate their voices, almost without tears. For this purpose they enlist the aid of people who know how to do it and for whom this is nearly their sole responsibility. When a chief dies, nobody in his town is per- mitted to sing or play any kind of musical instrument in celebration, not even those who pass by the port in ships, under penalty of severe punishment.
The different customs they have for mourning their dead are, first, abstain- ing from rice for the same number of years as they received or gave dowry; this applies only to husbands for their wives. Others stop eating it for as long as they lament the passing of the deceased or as long as they miss him. Widowers retreat behind a curtain and eat nothing for four days; they say that if he did not do this he would go mad, and during this whole time a priest sings and dances around the mourner. If the deceased had slaves and if his relatives have them, they all shave their heads in mourning, and all the male relatives
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[61v] do likewise, and his female relatives cut part of their hair, but not all of it. His relatives do not wear silk or gold ornaments for a long time. In some places the men wear collars made of rattan, and the women rattan bracelets. They do not bathe or end their mourning until they kill someone, then they remove their collars and bracelets and hold a solemn revel to end their mourning. Women who wish to get pregnant feed pigs luxuriously, giving them the most delicious dishes possible and from that time on dedicate them for sacrifice to the anito after they give birth. They have so much faith that they will get pregnant by raising pigs this way that it has become an essential part of getting pregnant. During pregnancy their husbands do not cut their hair until their wives deliver, in the belief that if they do so beforehand, the child will not be born, although this belief is not general, being limited to just a few places. When a woman gives birth, in some places they do not allow rice to be ground under the house; it must be done far away, because they believe that if the rice that falls from the mortar is eaten by chickens the child will die. They hold a maganito when a child is born, with all their relatives and neighbors present. They eat the pig that was luxuriously raised for this purpose with great relish. And all of them smear its blood on themselves and on the baby, whom they afterwards bathe in water, as well as the mother. And they take particular care in paying the midwives, because they believe that if the latter are not satisfied, the baby will be born fussy. As the midwives perform their services they say a prayer to the world’s first midwife, whom they do not know nor know who she was, saying: “Oh, first midwife, whose services I now perform accord- ing to your good will, grant me now your favor
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[62r] so that through my help this child may be born.” Whenever the chiefs eat, they put a little of everything they eat or drink on small plates at a separate table as an offering to the anitos and the May-Ari or to Bathala, the creator of all things. They do not share their rice or any new fruit with anybody, nor do they let another person wear their new clothes, because they believe that in doing so they will experience a lack of that thing. They do not allow anything to be eaten in the winnowing area while rice is winnowed, because they believe that whoever eats there will either die or go mad. When it rains while the sun is shining and the sky is reddish, they say the anitos have come together to wage war on them and this fills them with great fear, and the women and children are not allowed to go down from their houses until it stops and the sky clears up.
When the earth shakes they say the anitos are doing it, and so they all let out shrieks and bang against things in their houses, making a great noise, saying that by doing this the anitos are frightened and the earthquake will stop. When they hunt they consider it an omen that they will not catch anything if they mention anything about fishing, and while fishing the same thing hap- pens if they mention anything about hunting. They have numerous omens when undertaking a journey. In some places there is a blue, red and black bird which they call Bathala; this name means God. And this is what the Indians say: that this is not the right label because they do not consider it to be God, but rather one of his messengers who explains the
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[62v] will of Bathala, who is God. And that is why if they are taking a journey and they hear the song of this bird they either stop or return or continue their journey, depending on what they understood from the bird’s song. If somebody sneezes, or they hear a lizard’s chirping, or if a snake crosses their path, they turn back saying that these are signs that God is sending them telling them that it is not His will for them to continue on, and that if they proceed, some evil will befall them.
The first day of a new moon, they worship it and ask favors of it. Some ask it to provide them with a lot of gold; others for a lot of rice; others that it give them a beautiful wife or a noble husband who is well-mannered and rich; others that it bestow on them health and long life; in short, everyone asks for what he most desires. As they walk along the riverside or travel on the river by boat they pray to the caiman, asking him to swim to the depths and to not frighten or hurt them, as they are not its enemies, nor do they intend to hurt it, but rather seek its well-being; and they ask it to go after their enemies. They call it grandfather and say they are its relatives and other absurdities of this sort. Others make food offerings to it at the river’s edge, doing this with great care and asking only
that it do them no harm. And if they happen to be travelling by boat and they see it swimming on the surface of the water, they consider this a bad omen and cease their progress until they see another good omen and can resume their journey. They believe in dreams, and thus they pay attention to whether a dream is good or bad. If it is good, they consider it a good sign, and if bad, a bad sign. If it is
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[63r] bad, they immediately hold maganitos and make offerings and prayers to their gods or anitos. And they are sad until they see an omen that means something good for them as opposed to the bad omen.
And those affected by deadly herbs or poisons, or those with abscesses or who suffer from dangerous diseases, are cured with words understood only by those who keep the law of Muhammad on the island of Borneo, where these words are understood to have been delivered. And during the cure they chew an herb called betel while uttering the words. And both those who administer the cure and those who receive it have so much faith in these words that the sick person claims that—amazingly—he feels better after they are pronounced. The sesame oil that they use for curing illnesses is made with a certain spell, like a blessing, using words from Brunei, and it is very carefully stored for the curing of the said illnesses. They also use these words or incantations to make fighting-cocks fearless and invincible. They also use several spells for their amorous quests, and for making others fall in love with them, or for preventing their husbands or anyone else from seeing or suspecting anything about their pursuits, except for the people they want to, and for this purpose they carry the written spell with them wherever they go. They use herbs to make the person who receives them take a liking to the giver, and, inversely, they use others that cause dislike.They wear superstitious amulets: some so they will not suffer defeat in war; others so they will not be captured; others so they will become invincible; others for good luck; others so they will not be eaten by a caiman; others to improve their health; others to enjoy
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[63v] long life; another so that deadly herbs or poisons will not harm them; and for a thousand other purposes. Some of these amulets are the eyeteeth of a caiman; others are a man stone; others are hair they say is from a goblin; others are an herb that causes another to take a liking to them; others are a bone or root of a tree. In short, they have a thousand and one inventions of this sort, and in some cases they utter spells in the language of Brunei. They have high regard for all of this. And when building a house, before they put on the roof, they place a scare- crow on the highest part of it so that owls will not perch on it, because they consider it an omen that those who live there will die. And if in the house where they live a swallow should perch or a snake should enter, they either abandon it or hold a revel or a maganito, because they fear that they will die if they do not do so. After building a ship, when it is time to launch it on the water the first time, they shoot an arrow into the sky or fire a harquebus, saying if they do not do this, the bangka, as they call it, will not be swift on the water. When building a ship for the purpose of trading, they do the same thing when launching it on the water; they also hold revels, begging their gods or the anitos to bless it so it will bring them good fortune and much profitable trading. Before planting their grain, some hold maganitos; others make offerings to the anito, asking that their crops ripen and that the harvest not be lost. And later on if the seedlings are threatened by too much or too little water and it appears that the rice might be lost, they once again hold their maganitos.
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[64r] When they fight a war, before going off to it or entering into battle, they hold meetings in which they discuss what they should do, and they hold a general maganito to obtain a good result. If they are victorious, they return to their town with their prisoners, singing victory songs and holding a solemn revel. And if they are defeated, the survivors return with great sadness. When they leave prison, or escape from some trouble, it is common for them to hold a revel and make offerings to the anito, or to their god, together with all their relatives and friends with great contentment and rejoicing. When people who love each other must part, it is common for the one left behind to promise the one leaving not to eat a certain thing as a token of their sadness and love, or to not change clothes, or to not wear a certain color, or sleep with a pillow or on a mat,56 nor bathe until his return—and almost always the promise is fulfilled. It is their custom in this land regarding marriage for the man to give a dowry to the woman, the inverse of our own custom. And after giving the dowry, they hold a revel. And to solidify the union they bring the couple together and have them eat from the same plate. And during their meal, or when they are brought together for this purpose, their parents come over to wish them long life and much love for each other. And at nightfall they are taken to her mother’s bed, or to some old woman’s bed, and there she makes them lie down and covers them with a sheet while she utters vulgarities to them. The others go under the house and hammer a stake into the ground directly beneath the bed of the newlyweds; they say that this makes the husband more able and virile for copulation. This custom of the stake is not done everywhere, but only in some places. It is also the custom for the groom to give, in addition to the dowry, something to each of the bride’s closest relatives, which is a sort of bribe so that they will consent to the
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[64v] marriage. And without this and without a dowry, it is very rare for people to marry, because women consider it enormously demeaning, even if they are loathsome and slovenly. In this land there are some brave men whom the Indians call bayani; they are called this because of their prestige or dignity. These men wear gold-plated buffalo horns on their heads two spans long. Reportedly, their role is to go from wedding to wedding and dance. And thus anyone who invites them considers it a point of honor and something to boast about to be able to say he held a feast for the bayani. And so anyone with even a moderate daily allowance will always try to hold a feast in order to receive this honor. This is because the cost of these feasts is high, and not everyone has the means for it. And because the rich are esteemed and the poor looked down upon, all that is needed for a person to be considered rich is for everyone to know that he had enough money to hold a feast for the bayani. What they hope to receive from the bayani with this feast is that in this way their god will now consider them to be good and they will be loved by the people. There are also witches as in Spain and nobrazas who commit many misdeeds and are feared and revered. And everyone hastens to give them what- ever they want because they fear them. And the status of witches is honored everywhere. And there is no point in repeating here the things that they do.
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